Se nos vino un nuevo verano al Litoral de los Poetas

Por Luis Herrera

“Lo realmente poético del litoral de los poetas es cuando no hay veraneantes ni poetas”, expresó el licenciado León Briceño en su última visita a la provincia de San Antonio, invitado por una empresa de cruceros que, tras este y otros rudos comentarios del maestro, ni siquiera le pagó los honorarios. Algo de verdad esconden siempre las palabras de Briceño.

Nuestro verano es simple: el territorio tranquilo y silencioso del invierno abre sus puertas y otras dignidades para recibir al turista, de preferencia santiaguino, que viene a descargar su estrés, a veces mediante procedimientos terapéuticos
violentos, a las costas chilenas. ¿Cómo conviven las localidades vecinas al mar que durante invierno son el litoral de la tercera edad y en verano son el carnaval del reggaetón, las carreras de autos y las peleas a rostro descubierto? ¿Cómo dialogan las causas medioambientales locales con toneladas de basura con nula capacidad de selección y reciclaje? ¿Cómo sobrevive el litoral de los poetas con el litoral del materialismo y el carrete? O es que acaso, después de todo, sólo son eslóganes y patrañas autocomplacientes que no tienen valor real ante la necesidad perentoria de hacer plata durante el verano para sobrevivir el poco rentable invierno…

Porque en el litoral de los poetas no es fácil hacer plata si no se está en la lógica del turismo descontrolado, salvo estar al alero de una que otra institución. Caso aparte es trabajar en los municipios: agárrate cabrito, cuida tu pega, defiende tu puesto, sea agradecido.

Qué falta nos hace pensar en otro turismo, uno que de verdad se vincule no sólo con este apodo vacío de “litoral de los poetas”, sino también con la enorme cantidad de artistas, ambientalistas, humanistas que pueblan la zona y, más aún, con las identidades profundas que cada localidad ha cultivado por más de un siglo. Qué falta nos hace que el turismo se acomode a una identidad rica y viva, y no una identidad que desaparece para que “los patrones” vengan a descansar y nos traigan la platita. Ese es el fundamento de un turismo cultural: una experiencia turística de inmersión en una historia, una identidad, una cultura local, de tipo religioso, gastronómico, sociocultural, artístico u otros. Para ello, es relevante un circuito de turismo cultural: mientras mejor les vaya a otros, mejor le va a mi emprendimiento. Y en ese circuito no sólo operan los hitos derechamente culturales, sino también el comercio tradicional que se va impregnando y sumando a esta nueva dimensión.

Imagino restaurantes en el litoral que por promoción municipal deban disponer de dos horas a la semana para que se presenten artistas locales; bibliotecas humanas con mariscadoras, abuelas, buzos, habitantes nacidos y criados que
cuenten la historia esencial de las localidades, más allá de los discursos identitarios que se han instalado en función de los antiguos “patrones” o en función del turismo actual. Recorridos guiados por sitios de gran valor natural; rescate de fiestas religiosas, antiguas procesiones que, debido a la intervención urbanística sin sentido social, han ido desapareciendo. Representaciones de tipo teatral que den vida a personajes locales arraigados, por ejemplo Barrita de Las Cruces o La Negra Ester en San Antonio.

Unas últimas palabras: “Imagina un litoral de los poetas donde puedas comprar libros de poesía cada dos cuadras, en los almacenes, los supermercados, los restaurantes; departamentos municipales de cultura que articulen a escritores y
artistas para distribuir sus obras en estos puntos de comercio; oficinas de turismo que armen una agenda de artistas locales en distintos puntos clave: playas, restaurantes, ciertos hoteles. Imagina, hombre, imagina”, iluminó el licenciado León Briceño mientras se engullía, hambriento, la última empanada queso camarón de varias que se engulló durante su visita, antes de tomar el bus de regreso en el terminal de Cartagena.

Luis Herrera (1981) es escritor e investigador. De profesión profesor de castellano, tiene un diplomado en lingüistica aplicada y un magíster en docencia universitaria. Ha publicado libros de relatos, poesía y ensayos.

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