La bella y patrimonial casa de Algarrobo que inspiró a Neruda

Se trata de una de las casas más antiguas y tradicionales de Algarrobo. Situada justo a los pies de la Iglesia La Candelaria, su larga vida, de mucho más de un siglo, guarda un sinfín de historias. Entre éstas, la que involucra al Nobel de Literatura Pablo Neruda, quien fue un asiduo visitante. Al punto que llegó a escribirle un poema, no exactamente a la casa misma, pero sí a un particular rincón de su extenso jardín. La anécdota la relata en sus memorias su antiguo dueño, Julio Donoso Larraín. Nacido en 1925, hijo de conspicuas familias santiaguinas, en Donoso convergen factores que hoy suenan más bien antinómicos: una gran fortuna y profundas convicciones de izquierda. Hombre de mentalidad práctica y ejecutiva, llegó a ocupar una posición de relevancia dentro de la órbita del socialismo, a escala nacional y latinoamericana, como financista, primero, de Salvador Allende y, luego, de Fidel Castro

En 1964, a poco de haber asumido Eduardo Frei como presidente, llega a Chile una comitiva soviética para encargarse de propulsar las relaciones comerciales de la URSS. La estadía de los rusos se reparte entre las casas de Neruda, en Isla Negra, y la de Donoso, en Algarrobo. Una mañana, el poeta llega a trabajar en aspectos ligados a la permanencia de los eslavos y ve a su amigo afanado barriendo la terraza del patio. El empresario le explica que se trata del pino, que crece junto a una palma chilena, que no deja de botar y ensuciar con resina. “Un día de éstos lo voy a cortar”, advierte. Donoso relata:

“Pablo me miró, dio unos cuantos paseos, como auscultando el pino, me pidió un pedazo de papel, entró a la casa, se acomodó ante una mesa, escribió durante un rato y, finalmente, me entregó el poema, con esta admonición: “Ahora, espero, nunca más hablarás de cortar el pino.”

Sin el pino, así luce en la actualidad la piedra con el poema grabado

Y el pino, de candidato a convertirse en leña pasó sin más a transformarse en una de las estrellas de la casa. Y el poema que le salvó el pellejo pasó a grabarse en una piedra, instalada en medio del jardín. Sin embargo, la inspiración nerudiana no fue para el pino, a la larga, más que una prórroga en dirección al cadalso. Tras el Golpe, los nuevos dueños de la propiedad lo terminaron finalmente echando abajo. Por fortuna, sí permanece hasta hoy la hermosa y espigada palma chilena, como muda testigo de este poco conocido capítulo de la historia de Algarrobo.

LA PALMA Y EL PINO

La palmera de la distancia,

de las regiones de fragancia,

pregunto yo:

¿cómo llegó?

El pino arrugado y aciago,

todo de alambres y de clavos…

desde las nieves ¿cómo vino

hasta esta casa este pino?

Andando, andando reunidos,

sostuvieron los mismos nidos…

Y tocándose, al despertar

escucharon el mismo mar.

Los reunió, y esto es hermoso,

el alma de Julio Donoso.

(Esta nota fue posible gracias al gentil aporte del historiador Pablo Nicolás Cancino)

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