A mediados de la década de 1930, Algarrobo experimenta un marcado proceso de urbanización, para, en 1945, alcanzar autonomía administrativa como comuna. Pero, como asentamiento urbano, siempre con identidad de balneario, Algarrobo es harto más antiguo. En rigor, muchas veces uno se sorprende al darse cuenta cuán antiguo es. El casco histórico de la ciudad, reconocido como Zona Típica en 1990, conserva edificaciones construidas desde mediados del siglo XIX: la Iglesia La Candelaria, de 1837, y, alrededor de ésta, varios otros inmuebles de 150, 160 años de antigüedad. En toda nuestra provincia no existe otro sector patrimonial que se le compare.
El año pasado, la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas -MOP- publicó un completo inventario del patrimonio inmueble de Chile. Éste, en su sección dedicada a nuestra región, destaca varios puntos de la comuna. Por cierto buena parte de su casco histórico. Pero también construcciones que quedan fuera de éste (y que, de hecho, no cuentan con ningún tipo de reconocimiento o protección oficial). Me interesa referirme a dos casas particularmente interesantes, por su valor estilístico y porque encierran un rico capítulo de la historia de nuestro litoral, ubicadas ambas en el mismo sector, playa Las Tinajas (o Los Palos) y construidas con algo más de 30 años de diferencia una de la otra.
La primera, la más antigua, emplazada en la esquina de la actual Avenida Carlos Alessandri y la subida al sector Aguas Marinas, la construyó la familia Larraín y data de 1893. El aludido inventario la nombra “Casa de veraneo de la Hacienda San Jerónimo”, pero acá conviene hacer un necesario alcance: los Larraín efectivamente se hacen dueños de la Hacienda San Jerónimo, la más extensa e importante de la zona, pero la compraventa se concreta en 1923, es decir, justo treinta años después de la construcción de la casa. El responsable de aquella transacción es José Toribio Larraín Gandarillas; sin embargo es evidente que quien construyó la vivienda no fue él, sino su padre –José Toribio Larraín Larraín-, atendido el hecho que el primero nació en 1882, es decir, al momento de la construcción tenía solo 9 años. Se puede deducir, entonces, que los Larraín llegaron a Algarrobo independiente del lazo comercial que los liga con San Jerónimo.
Indagando en el origen del vínculo de esta familia con el balneario, nos encontramos con un detalle que parece menor, pero que no deja de tener una repercusión de relevancia. José Toribio Larraín Larraín, nacido en 1850, se casa con doña Jesús Gandarillas Eyzaguirre, quien es hija de José Teodosio Gandarillas, a quien la historia recuerda por sus múltiples actividades ligadas al servicio público durante las primeras décadas de la república y quien, además, es el autor de uno de los testimonios más antiguos que se conocen de Algarrobo, un dibujo de un paisaje costero de 1837 que guarda la colección del Museo Histórico Nacional. ¿La conexión de los Larraín con Algarrobo proviene de Doña Jesús Gandarillas, quien, por su parte, la establece por medio de su padre, quien habría sido uno de los primeros amantes y conocedores de estas costas? La conjetura resulta más que plausible.
La segunda casa, justo frente a la primera, se levanta en la playa misma y marca un contraste estilístico radical con la de la familia Larraín. Construida alrededor de 1938, ya en pleno proceso de urbanización de la ciudad, ofrece uno de los más tempranos y notables ejemplos de arquitectura modernista en el balneario. Diseñada en apego a los lineamientos de la escuela alemana Bauhaus, el nombre de su arquitecto no aparece en la documentación que reviso. Con todo, en forma plenamente justificada, en el inventario del MOP se le selecciona y destaca por su gran valor urbano-paisajístico, en atención a su emplazamiento, dimensiones y lenguaje estilístico.