La desconocida relación de la escritora Mercedes Valdivieso y Algarrobo

La escritora Mercedes Valdivieso compró una casa en Algarrobo en 1982. Se desempeñaba entonces como docente en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Rice, Texas, Estados Unidos, centro de estudios que esa misma década la distinguiría como Profesora Emérita. Tenía 58 años y preparaba ya su retorno a Chile; la casa algarrobina sería su hábitat para esa nueva etapa en su vida, de vuelta en su país natal.

Algunos años más tarde, ya establecida en el balneario, se consagra de lleno a su nuevo proyecto, la escritura de una nueva novela, que terminará siendo publicada en 1991 con el título de Maldita yo entre las mujeres. Pero, ya desligada de sus obligaciones contractuales, no se encierra solo en su creación personal, sino que también reserva tiempo para compartir sus conocimientos con otros. En la Casa de la Cultura dirige un taller literario abierto a la comunidad local.

Interior de la casa de Algarrobo de la escritora.

Personalmente, no me enteré de ese taller, como, sospecho, la mayor parte de los residentes en Algarrobo con intereses en la literatura. Lo más probable es que no haya sido difundido adecuadamente y, sobre todo, como correspondía considerando la envergadura de quien lo dirigía. Pero ahí, justo, está, me parece, el principal problema: ¿quién entonces sabía verdaderamente quién era Mercedes Valdivieso? Incluso, ¿quién hoy dimensiona con alguna precisión la magnitud de los méritos de esta notable escritora nacional?

En Chile, me temo, todavía muy pocos. No pasa lo mismo fuera de nuestras fronteras. El año pasado en España se hizo una cuidada reedición de su novela debut, La brecha. Los principales medios hispanos –El País, La Vanguardia– cubrieron la noticia con visos de acontecimiento cultural. Con toda justicia. Tal como señalan las notas españolas, el libro, publicado originalmente en 1961, es considerado sin discusión como la primera novela feminista escrita en Hispanoamérica, la que, junto con la innovación en lo temático, aúna una prosa limpia, directa, de gran calidad. Justo un año antes, en 2021, la editorial chilena Zuramerica había hecho lo mismo, rescatando esta importante pieza de nuestro acervo literario; cuesta dar con una nota de prensa nacional dando cuenta de ello.

El País de España destacando la “valentía” y “enorme modernidad” de la novela de la autora chilena.

La casa que la escritora eligió para pasar el último tramo de su vida en Algarrobo se trata de una antigua propiedad, levantada a principios del siglo pasado, ubicada justo donde nace el barrio de Aguas Marinas, que remodeló y amplió con una nueva sala. Encaramada sobre los lomajes, con una generosa vista hacia el Pacífico, sirvió de hábitat para la creación y también para que la novelista recibiera a sus amistades. Entre sus más cercanas, la también escritora María Elena Gertner, residente en Isla Negra, o la entonces treinteañera antropóloga, hoy Premio Nacional de Humanidades, Sonia Montecino.

Hasta su muerte en agosto de 1993, Mercedes Valdivieso mantuvo su vínculo con Algarrobo, relación que constituye un capítulo muy poco conocido, casi secreto, pero de enorme relevancia en la historia de nuestro balneario.

La escritora, a la derecha, junto a Sonia Montecinos, en una playa de Algarrobo, a inicios de la década de 1980.

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