En 1939, Adolfo Cusicanqui Benguria compra e inscribe en el Conservador de Bienes Raíces de Casablanca un terreno en Algarrobo, una puntilla de algo más de una decena de hectáreas conocida como Punta del Fraile. En ese entonces, el balneario dejaba atrás su condición de pequeño poblado de la costa central de Chile, iniciando un proceso de paulatina urbanización. De hecho, recién en 1950, junto con su conformación como comuna, se diseñará e implementará el primer instrumento de planificación urbana sobre el territorio. Este, el primer “plano oficial de urbanización” del balneario, será encargado por el alcalde Carlos Alessandri Altamirano al destacado arquitecto Luis Muñoz Maluschka, en ese entonces jefe de la sección de urbanismo de la Dirección de Obras Públicas del gobierno. Muñoz, con estudios en Alemania y además docente de la U. de Chile, impondrá en ese ordenamiento fundacional criterios que hoy resaltan por su sustentabilidad: respeto por el entorno, construcciones de bajo impacto, resguardo de áreas verdes. La académica de la Facultad de Urbanismo de la U. de Chile, María Isabel Pavez, lo señala sin ambages como un ejemplo de “urbanismo saludable y visión de futuro”. La identidad del balneario, de dimensiones acotadas de manera de propiciar un ambiente tranquilo para la vida familiar, quedaba refrendada en aquel primer plan regulador comunal.
La propiedad de Cusicanqui, Punta del Fraile, se mantuvo fuera del radio urbano en el ordenamiento de 1950. La puntilla servía de abrigo a todo el sector sur de la rada algarrobina, en cuyas costas se empezaban a levantar sin mayor prisa los primeros desarrollos urbanos. Todo el sector, por el norte con Punta del Fraile y por el sur con Punta Peñablanca, hasta entonces poblado solo con matorrales de especies nativas, recibió por esos años una tupida y abundante población de pinos. Alessandri Altamirano decide destinarlo como un gran parque para la comunidad; de ahí la idea de dotarlo de un aspecto boscoso. El bosque público para que turistas y locales puedan visitar y disfrutar.
En 1976, el claro carácter de área verde del sector empezó a variar. Ese año, las autoridades del régimen dictatorial del general Pinochet expropian gran parte de los terrenos de Cusicanqui, 12,10 hectáreas de Punta Fraile. Meses después, comienzan los trabajos de construcción de un embarcadero de yates en el extremo nor-poniente de la puntilla, en favor de una agrupación privada, la Cofradía Náutica del Pacífico, conformada por figuras del más alto nivel dentro del nuevo gobierno: el almirante José Toribio Merino, el canciller Hernán Cubillos, el empresario Agustín Edwards, dueño de El Mercurio… En paralelo, la propiedad de los terrenos pasa al control del Ejército de Chile. En 1982, un nuevo plan regulador entra en vigencia, introduciendo una primera y parcial zonificación como área urbanizable sobre Punta Fraile. Al año siguiente, en septiembre de 1983, el Ejército y la Cofradía Náutica firman un peculiar acuerdo, un contrato de permuta por medio del cual esta última se convierte en la flamante propietaria de Punta Fraile, predio con una más que suculenta proyección comercial por su inmejorable ubicación en uno de los -ahora- más pujantes y exclusivos balnearios de Chile.
Sin embargo, del total de la superficie cedida en bandeja al club náutico, solo menos de la mitad, 5,5 hectáreas, resulta área útil, correspondiendo las 6,55 restantes a la franja de playa, esto es, la franja de 80 metros desde la línea de alta marea considerada un bien nacional de uso público, tal como lo consigna el plano elaborado por el Ministerio de Bienes Nacionales al momento de la permuta.
En apenas 7 años, ese emblemático sector de Algarrobo -frente a Punta Fraile se emplaza el Islote Pájaro Niño, hábitat de la colonia de pingüino de Humboldt más austral del mundo y ancestral sitio funerario de culturas prehispánicas que en 1978 es declarado Santuario de la Naturaleza– había sufrido una radical transformación en términos normativos y administrativos, solo posible en el clima de drástico enrarecimiento a nivel jurídico y legal que se vivía entonces en el país. Pero la red de favores en beneficio del club náutico no concluiría junto con el fin de la dictadura. En 1997, el nuevo plan regulador comunal suprimiría todo tipo de restricciones sobre Punta Fraile, entregando condiciones simplemente de ensueño para el lucro inmobiliario: torres de más de diez pisos en su parte alta, torres escalonadas en sus laderas.
El inicio del nuevo siglo y milenio trajo una importante y positiva noticia para el resguardo patrimonial algarrobino: gracias al esfuerzo de un grupo de vecinos, el Ministerio de Educación daba la categoría de Zona Típica a toda el área, el parque Canelo – Canelillo, incluyendo la totalidad de Punta Fraile, e incluso una buena porción de mar alrededor del Santuario Islote Pájaro Niño. Esta sensata medida fue rápida y duramente repelida por la Cofradía Náutica y un conjunto de sociedades comerciales surgidas a la sombra del negocio inmobiliario. Al menos 4 recursos de protección fueron presentados no solo contra la ministra de entonces, Mariana Aylwin, sino también contra Ricardo Lagos, presidente de Chile. Al año siguiente, 2001, un nuevo decreto, corregido, se evacuaba desde las oficinas ministeriales: Punta Fraile salía del área de protección y recuperaba la luz verde para recibir edificaciones.
En la actualidad, toda la parte sur-oriente de Punta Fraile ya está cubierta de torres; sin embargo las 9 hectáreas del extremo nor-poniente que se levanta de cara al Pacífico, al Islote Pájaro Niño (y su rémora del embarcadero de yates) todavía permanecen libres de cemento y siguen siendo frecuentadas día a día por vecinos como mirador y como parque. En febrero del año pasado, el Grupo Schiess, actual propietario del terreno, presentó a la Dirección de Obras del municipio un anteproyecto inmobiliario que planea levantar 3 torres con un total de 208 departamentos. Pero se trata con certeza de una de las zonas de mayor valor patrimonial de toda la costa central de Chile; no en vano la rodean dos Santuarios de la Naturaleza -al sur del Islote se ubica el imponente peñon Peñablanca, reconocido como SN desde 1982-, rebautizada como Pillán Wechún, Península Sagrada, por las comunidades locales de pueblos originarios por el rico acervo cultural que todavía atesora.
En los últimos 20-25 años, Algarrobo ha experimentado uno de los procesos de transformación urbana más marcados y dramáticos a nivel nacional. La amenaza inmobiliaria en Punta Fraile, con todo su pesado trasfondo de irregularidades y abusos, resulta un plato muy difícil de tragar para la comunidad algarrobina. La manifestación ante el frontis de la municipalidad del miércoles 5 de enero recién pasado fue solo una muestra puntual de una oposición ciudadana que con el pasar de los días no hará más que crecer en volumen, fuerza y coordinación.
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Impresionante como estos señores han gozado durante tantos años de tantos privilegios. Es hora de ponerles freno
Pillán Wechún????, por qué las inmobiliarias tienen la tendencia de poner nimbres mapuches a sus proyectos si esta era zona Picunche y no Mapuche, quienes vivían al SUR del Bio Bio?
A CREAR Conciencia de la Importancia de Resguardar nuestros Santuarios dela Naturaleza, que SON Nuestra Riqueza, Ecológica, Cultural y Patrimonial.