Algarrobo guarda múltiples riquezas, y varias de ellas saltan a la vista. Como las naturales, las paisajísticas, las que tienen que ver con su flora y fauna, sus componentes geográficos, la belleza de sus playas, humedales y quebradas. Hay otras que resultan, en cambio, un tanto menos obvias, que para descubrir y apreciar todo su valor es necesario manejar alguna información básica; hablamos aquí de las que tienen que ver con el patrimonio cultural y arqueológico, por ejemplo. Pero hay otro tipo de riqueza, que lleva ahí muchísimo tiempo (en rigor, millones de años) y que no se aloja en lugares ni remotos ni escondidos, sino, por el contrario, se asoma por las mismas playas y año tras año ha visto pasar a miles de turistas que, quizá sin saberlo, camina sobre ella, la mira, la recorre, pero no la reconoce. Se trata de la notable riqueza paleontológica, los alucinantes yacimientos con restos fosilizados prehistóricos que guarda la bahía de Algarrobo.
Cualquiera de nosotros que, aprovechando la marea baja, recorra las rocas que avanzan mar adentro desde, por el sur, la playa del Club Deportivo hasta, por el norte, la de San Pedro, habrá podido ver las singulares incrustaciones de conchas blanquecinas que cubren amplias zonas del suelo rocoso. Están por todos lados y, con algo más de atención, se detectan distintos tipos de restos. El caso es que estos llevan ahí millones de años, huellas atrapadas en las formaciones rocosas tras cataclismos geológicos de marca mayor. Y las que no solo se restringen a moluscos de distintas formas y tamaños, sino que suman, además, otras formas de vida primitivas. Como árboles o aves. O vertebrados de gran tamaño.
La zona, por su enorme valor, es hoy un geositio reconocido por la Sociedad Geológica de Chile. Su importancia en términos palenteológicos ya ha sido reconocida por distintos académicos, como el geólogo de la U. de Chile Francisco Hervé, quien describe los elementos morfológicos característicos del sector. En los últimos años, gracias al aporte de otros investigadores, como Rodrigo Otero y Mario Suárez, entre otros, la relevancia del valor patrimonial se ha acentuado notablemente con los hallazgos de fósiles de aves y especies de reptiles marinos, como los restos de plesiosaurio descubiertos en 2012, asunto que alcanzó amplio reconocimiento dentro del ámbito científico internacional.
Tenemos que entender que la familia de los plesiosaurios aparece a inicios del período Jurásico y se extingue hacia finales del Cretácico. Es decir, hablamos de entre 140 y 60 millones de años. El tipo específico de plesiosaurio descubierto en Algarrobo, el Elasmosauridae, era una especie de largo cuello y que llegaba a medir entre 12 y 14 metros. Junto con esta especie, los investigadores dieron con restos de otros vertebrados y de tortugas, distinguiéndose el hallazgo como el más septentrional realizado nunca en la cuenca del Pacífico. Estos aportes más recientes han ayudado a determinar dos áreas de plataformas rocosas claramente diferencias en cuanto a su origen y antigüedad: una, entre playa Deportivo y Los Tubos, perteneciente a la era terciaria -30 millones-, y otra, aun más antigua, entre Los Tubos y Yatching, perteneciente a la cretácica -65 millones de años-.
En septiembre de ese mismo 2012, investigadores de la U. de Chile publicaron un estudio dando a conocer el hallazgo de restos de especies de aves de la era del Eoceno -entre 56 y 34 millones de años- en los estratos sedimentarios de Algarrobo. Simplemente impresionante.
Un interesante resumen sobre la realidad paleontológica del balneario, elaborado por el Departamento de Medio Ambiente de la Municipalidad de Algarrobo, se puede ver ACÁ.
Excelente nota sobre algo casi desconocido de nuestro querido Algarrobo