A comienzos de la década de 1970, Luis Alberto Galaz se desempeñaba en el oficio de toda su vida, la construcción. No le faltaba el trabajo. Por esos años, Algarrobo era un balneario que se consolidaba como uno de los más tradicionales del litoral central y era creciente el número de santiaguinos, principalmente, que se sumaban como veraneantes, construyendo sus segundas viviendas en las todavía extensas áreas no edificadas. Don Luis Alberto contaba con mano de obra, sus propios hijos, quienes lo ayudaban a sacar adelante los requerimientos de sus distintos clientes. Entre éstos, varios conspicuos, los Frei, Aylwin, Alessandri… Como también el entonces presidente de Chile, Salvador Allende. Apenas terminado el verano de 1973, Galaz retomó trabajos de remodelación en la casa del mandatario, ubicada junto a la playa San Pedro, frente a la caleta de pescadores. Habiendo partido a Arica uno de sus hijos mayores, Mauricio, esta vez a quien le tocó colaborar más estrechamente junto a su padre fue al más joven, de solo 22 años, Carlos Alberto.
Pocas semanas después del Golpe Militar, el 3 de enero de 1974, a plena luz del día, un grupo de uniformados irrumpe en la playa y, ante el desconcierto de los bañistas, se llevan detenido al menor de los Galaz. Se le traslada a la Comisaría local y posteriormente al Regimiento de Tejas Verdes. Su madre, Dorila Vera, va enseguida en su búsqueda. A los pocos días, recibe el cuerpo de su hijo en un ataúd cerrado. La autoridad militar le señala que falleció repentinamente, producto de un infarto al corazón. Los familiares abren el féretro. El cuerpo del joven presenta múltiples marcas, lesiones. El parte médico, por su lado, es rotundo en la causa de muerte: “anemia aguda producto de hemorragia pulmonar”.
Casi medio siglo después, su hermano Mauricio, el “Pimpa”, lo recuerda. “Era un niño”, pronuncia y la emoción congela sus palabras. Sin militancia política, no descarta que pueda haber sido el vínculo laboral con Allende lo que motivó el ensañamiento contra Carlos Alberto. Porque, además, no fue el único de los Galaz Vera víctima de las fuerzas represivas. “A otro de mis hermanos lo detuvieron en la cancha de fútbol que había frente a “El Hoyo”. Como a la semana apareció. Yo lo descubrí, en El Canelo, amarrado de pies y manos , entre los árboles. A él también lo torturaron en Tejas Verdes.”
Una historia poco conocida de esta familia algarrobina que sufrió en forma injustificada y abyecta la violencia por parte del Estado, en uno de los períodos más oscuros de nuestra historia. Y que merece difundirse en recuerdo de un inocente, el joven y alegre Carlos Alberto Galaz Vera.