El pilpilén es un habitante permanente de nuestras costas. En el litoral de nuestra provincia conviven dos especies de esta bella ave nativa, el pilpilén común y el pilpilén negro. No se diferencian, una de otra, solamente por el aspecto -la presencia de plumas blancas en todo el pecho de la primera-, sino también por sus hábitos de vida. Mientras el negro siente una marcada predilección por vivir entre las rocas junto al mar, el común es mucho más amigo de las playas. De hecho, esta especie desarrolla la mayor parte de su vida sobre la arena, sobre la que, incluso, hace sus nidos.
Por esta razón, uno de los puntos de nuestra comuna particularmente aptos para el desarrollo del pilpilén común es la playa de Algarrobo Norte, en específico la generosa franja de arenas que rodea el Humedal El Membrillo. Área de nidificación de distintas especies de aves, para el pilpilén común resulta un verdadero oasis. Esto ha hecho que ya desde hace varias décadas, los especialistas en vida silvestre estudien esta colonia algarrobina. En 2013, el departamento de medio ambiente municipal inició un programa de seguimiento del pilpilén común, labor que fue luego continuada por la Fundación Kennedy. Desde 2021, se sumó un nuevo esfuerzo, el que hace la agrupación BioAlgarrobo, con jóvenes profesionales del área de las ciencias naturales, que, precisamente por estos días, realizan un monitoreo de la especie.
Uno de ellos es Ángela Saavedra, bióloga marina residente en El Quisco Norte, titulada con distinción máxima en 2019 con una investigación precisamente sobre aves playeras. Desde octubre hasta febrero próximo se mantendrá, junto a otro dos compañeros, realizando periódicos controles a los nidos de pilpilén existentes en este sector de la playa. Porque las amenazas son muchas. Partiendo por los mismos humanos -aunque, afortunadamente, cada vez son menos los que ingresan al área restringida que marca una soga y una serie de carteles de advertencia-, siguiendo por los perros -los vagos o los que irresponsablemente los dueños permiten pasear sin correa por el sector-, la basura…
Gracias a los esfuerzos desplegados por la Fundación Kennedy y al de los voluntarios de BioAlgarrobo, hoy esta bella especie sigue contando en la comuna con un espacio protegido para el éxito de su reproducción. Y así como la del pilpilén, la de más una decada de otras especies de aves nativas que encuentran en ese hermoso sector de Algarrobo su refugio y su hábitat.