Aunque su nombre parezca relegado en un segundo plano, se trata sin duda de una de las grandes personalidades del arte y la cultura de Chile: Enrique Soro Barriga. Los antecedentes de su vida nos ayudan a percibir la dimensión de su talento, su peso específico como artista. Nace en Concepción en 1884, hijo de un compositor italiano radicado en el país y la penquista Pilar Barriga. Su primer concierto público lo tiene que dar de pie ante el piano para alcanzar los pedales; tiene apenas 5 años. Recibe lecciones de distintos maestros, hasta llegar, a los 13, a La Moneda y deslumbrar al presidente Errázuriz. Otro italiano, el director de orquesta y profesor del Conservatorio de Santiago Domenico Brescia, lo escucha y sentencia: “pierde el tiempo aquí, debe partir a Europa.” Con la venia del Senado, se le concede financiamiento para alcanzar lo que resulta un imperativo. En 1898, con 14, está ya instalado en el Viejo Mundo como alumno en uno de los centros musicales más importantes de entonces, el Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán. A fines de 1905, vuelve al país convertido en un músico precozmente experimentado, tanto por su sólida formación académica como por sus más que estimables primeros logros como compositor. Tiene 22. Es nombrado subdirector del Conservatorio capitalino; luego, en 1919, director, además de profesor de piano y composición. Sus obligaciones contractuales no le impiden mantener un vigoroso ritmo de producción creativa. En 1921 estrena su Sinfonía Romántica, la que se considera la primera sinfonía escrita por un chileno. La valoración de su trabajo fuera de las fronteras nacionales aumenta; se le reclama desde distintos teatros de Europa y Norteamérica.
Por ese entonces, el músico llega a Cartagena. En 1921, se ha casado con Adriana Cardemil y la familia de ésta es propietaria de algunas casas en el balneario, específicamente en calle Estado. Soro, en el número 78, durante dos décadas pasará sin falta cada temporada veraniega. Las fotos que afortunadamente han llegado hasta nosotros dan cuenta de la especial conexión del músico con el balneario -siempre sonriente, pletórico, en compañía de su mujer, hijas o amigos, sobre las arenas de la playa-. Pero también el catálogo de sus obras, donde se suman varias decenas de piezas creadas en su hábitat litoraleño.
La gran mayoría de estas creaciones han permanecido en completo silencio desde la muerte del compositor en 1954. Y buena parte, incluso, inéditas. Hasta hace muy poco, cuando los músicos nacionales Alexandros Jusakos e Yvanka Milosevic se propusieron rescatarlas, ejecutarlas y grabarlas. Entre éstas, sobresale una en especial, una obra escrita en 1946, ya en el último tramo de la vida de Soro, en la que el compositor se reconecta con los felices momentos vividos en el balneario, “Impresiones de Cartagena”. Este martes 30 de agosto, tras 76 años desde su composición, el público del litoral podrá escuchar esta pieza única dedicada a la localidad por uno de los músicos chilenos más importantes de la historia, junto a otras obras para la combinación de violín y piano. De esta manera, se estará saldando una deuda de reconocimiento hacia uno de los artistas nacionales más íntima y entrañablemente unidos con nuestro territorio.
Concierto Violín y Piano. Estreno “Impresiones de Cartagena” y otras obras de Enrique Soro. Martes 30 de agosto, 18 horas. Liceo Poeta Vicente Huidobro. Mariano Casanova 660.